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Yo viajo sola, sí, #yoviajosola

Viajar sola te permite conectar con caminos nuevos, nos hace tener una nueva mirada. Nos acerca a un viaje más íntimo, más a nuestro propio estilo, y más a nuestro propio ritmo.

Yo viajo sola, sí, #yoviajosola

Salar de Uyuni, Bolivia, América del Sur

Escrito por: Adriana Márquez

Hace tres años empezaron mis viajes subiendo a ese avión que lo cambió todo. Luego continuó en trenes, en buses, en tuk tuks, a dedo, en motos, en bicicletas, en barcos… uf, una locura. Puestas de sol en Indonesia, templos en Myanmar, armonía y caos en India, Año Nuevo en Nepal, surf en Australia, street art en Malasia, cuidar tortugas en Sri Lanka, naturaleza salvaje en Filipinas, locura en Hong Kong y tanto más. Todos estos distintos escenarios son posibles para TODOS ¿Quieres saber cómo? Acompáñame.

-Antes de…

Las páginas del mundo fueron desde pequeña mi libro favorito, y así fui creciendo. Los paisajes me deleitaban por horas, los admiraba, me acercaba a hablar con las personas, podía perder la noción del tiempo escuchando sus historias, así como contando las mías. Era maravillosa la capacidad de sorprenderse con cada detalle, aún más con esa curiosidad que nos caracteriza en la niñez. Queremos verlo y probarlo todo. Sentimos miedo, pero no tanto… mejor dicho, no dejamos que el miedo apague nuestra luz. Somos exploradores natos.

Cuando crecemos y la curiosidad, y el hambre del mundo siguen inquietando nuestras mentes, haciendo vibrar nuestros sentidos, no hay duda:

Bienvenido al mundo de los viajeros.

Mombasa, Kenia, África

-Dar el primer paso

El tomar la decisión de dejar cierta rutina a la que te has acostumbrado y emprender tu camino hacia otras rutas, no es del todo fácil, y no para todos es igual. Despojarse de lo que te enseñaron que es el camino “correcto” o del “éxito” te libera, y te das cuenta que nadie tiene los mismos deseos en la vida. Y que eres el único dueño de tus elecciones.

Muchas veces las personas toman la decisión de ir a recorrer el mundo después de que un acontecimiento les sacude la vida, los despierta. Puede ser el trabajo, la insatisfacción social, un amor fallido, una perdida, la inconformidad con el sistema o simplemente sentir que no estás en el lugar que debes estar; y qué bueno es escuchar a la intuición, a nuestro maestro interior, desapegarte de lo conocido e ir por más. Ese es el empuje, pues bien o mal, lo que sea que te haya impulsado ahora está abriendo rutas nuevas a una mente nueva.

En mi caso, desde niña tenía dos sueños claros por cumplir: viajar y ser periodista. Ser periodista para retratar el mundo, capturar aventuras, rostros, lugares en imágenes y palabras y así poder compartirlas ¡Me apasionaba aprender de los desconocido! Y viajar, por TODO, absolutamente por todo. Me prometí que apenas me dieran mi título en la universidad con algunos ahorros (y ayuda) me iba sola para Asia. Un continente por el que culturalmente y espiritualmente perdía (y pierdo) la cabeza. Todo era perfecto, me iba por seis meses y regresaba justo para incorporarme con mi promoción. Pero bueno, eso no pasó. Esos meses viajando me quedaron cortos. Y es que el mundo es tan grande, tan hermoso, tan curioso, que no se puede planear el tiempo en que decidas darle la vuelta. Cuando estás ahí todo cambia. Tú cambias. Ahora mi vuelta al mundo es para toda la vida.

Isla Zanzibar, Tanzania, África.

Tengo la suerte de que aunque muchas personas en mi país pensaran que era arriesgado para una mujer irse sola, las únicas opiniones que resonaron en mi fueron mi voz interior y la de la gente que me ama. Eso me alentó a irme sin pensar en más. No tenía ruta marcada, ni siquiera reservé un lugar para alojarme al llegar, solo esperaba que la vida me contara el camino, y que el llegar a Asia (Tailandia en específico) me daría muchísimas respuestas, así como nuevas preguntas.

-Razones sobran

Aunque mi viaje había sido pensado desde mis 15 años, lo que me empujó definitivamente a irme fue algo más complejo. Perdí a uno de los seres más importantes en mi vida. Semanas antes de emprender mi nueva ruta aprendí de una manera confusionismos y compleja que la vida es muy corta para no demostrar todo nuestro amor siempre, para no hacer y ser felices. Esta lección vino junto a la trascendencia de uno de los seres que se llevó mi corazón. Decidí hacerle honor a la vida por él.

No sé si al irme huí de la tristeza, posiblemente sí. El llegar a un país sola, atravesar un momento crítico y sentirte confundida creo que son sentimientos totalmente naturales; el miedo en sí. Pero eso no puede paralizarnos. La incertidumbre se hizo para movernos, crecer y evolucionar. Las despedidas y bienvenidas que están y no están en nuestras manos, si sabemos canalizarlo, se pueden convertir en aprendizajes, en parte de nosotros, en memorias con alegría. Con el tiempo te das cuenta que el mundo es a la final lo que nos cura el corazón. Es un viaje desde adentro hacia fuera, y viceversa.

Perderse es la manera de encontrarse. Conectar con caminos nuevos, nos hace tener una nueva mirada. Nos acerca a un viaje más propio, más a nuestro propio estilo, y más a nuestro propio ritmo. Y esto nos hace amantes del improvisar –una de mis palabras y acciones favoritas–  entender que no hay sendero trazado, sino que tenemos el poder de hacerlo cada uno. Y que viajar sola, literal y figurativamente, es una de las mejores decisiones que podemos tomar en la vida. Es libertad. Es aprender.

El desierto de sal más grande del mundo.

– ¿Viajar sola da miedo?

Pues a veces, o mejor dicho, al principio. Como muchísimas cosas en la vida, que al momento de enfrentarlas o superarlas nos dan más alegría de lo que imaginábamos. El hecho de viajar sola te permite conocer muchas nuevas y lindas personas, y conocerte a ti misma de una manera muy especial. Cuidas mucho más de ti y estás más alerta a todo. Te sientes independiente. Te reconstruyes. Fluyes diferente. Y de repente ya no quieres parar.

Después de estos años mi viaje continúa. He recorrido, voluntariado, trabajado, estudiado y vivido en varios países de Oceanía, Asia, Sudamérica, y este lo finalizaré en Europa y nuevamente de voluntaria en África. Siempre abierta e infinitamente agradecida por los caminos elegidos.

Tal vez en mi historia reconozcas tu historia, y si no, ¡Siempre podemos inspirarnos unas a otras!

Conectar con caminos nuevos, nos hace tener una nueva mirada. Nos acerca a un viaje más propio, más a nuestro propio estilo, y más a nuestro propio ritmo.

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